miércoles, 28 de enero de 2015

UN CABALLERO PERFECTO

Hola a todos.
Aquí os traigo el final de mi historia Un caballero perfecto. 
Espero que os haya gustado la historia de amor entre Martha y Charles. Lo cierto es que estoy muy contenta de que haya llegado a su fin.
Y, mañana, un pequeñísimo epílogo. Puede que le haga algún añadido más adelante, aunque no lo sé con seguridad.
¡Vamos a ver lo que ocurre entre Martha y Charles!

                                     Después de su boda, Martha se marchó a vivir a la casa de los Woolf.
                                     Sus cuñadas agradecieron la presencia de Martha en casa. A la joven se le ocurrió la idea de empezar a coser los vestidos de las mujeres de la isla a cambio de dinero. A Lauren le pareció mala la idea de convertirse en las modistas de Inchmurrin. Sin embargo, Phoebe aplaudió aquella idea porque era mejor ganarse la vida con su trabajo que morirse de hambre.
                                   Charles recibió la ayuda de Bennet para terminar de arreglar la casa. De algún modo, el poder conocer sus orígenes reales ayudó a Charles a entender muchas cosas. Se había perdonado así mismo hacía algún tiempo de la muerte de Anthony. Espero que haya alcanzado la paz donde quiera que esté, pensaba Charles cuando contemplaba la casa donde su familia y él vivían.
-Amor mío...-le llamaba Martha.
                                  Entonces, Charles acudía a ella. La besaba. Y se sentía el hombre más feliz del mundo.
                                 La noticia de la ruptura del compromiso de Bárbara causó cierta conmoción en la alta sociedad escocesa.
-Pasará en cuanto estalle otro escándalo-le comentó Cynthia a su hija mayor-No te preocupes por nada.
                               Al cabo de algún tiempo, un joven que pasaba el verano en Inchmurrin y era oriundo de Glasgow, quedó prendado de la belleza de Bárbara. Decidió quedarse en la isla más tiempo para poder cortejarla.
                             Se les empezó a ver paseando por los alrededores del castillo de Lennox.
                            Y también se pudo ver a aquel joven besando la mano de Bárbara.
                             Daphne anunció a sus tíos su intención de hacer un viaje por todo el continente americano, de Norte a Sur. Su intención era poder reencontrar la paz que había perdido hacía muchísimo tiempo. Necesitaba estar sola para poder reflexionar con calma.
                          Una parte de ella, seguía amando a Anthony. A pesar del dolor que le había infringido.
                          Recordaba los buenos tiempos, al inicio de su matrimonio. Anthony era muy rico. Él fue el que se encargó de arruinar a su familia. Jugaba mucho. Bebía mucho.
                         Tenía muchas amantes. Incluso, se gastaba el dinero en comprarles toda clase de caprichos.
-¡Era un hijo de perra!-bramó Henry furioso-Perdónanos, querida.
-No puedo hablar mal de los muertos, pero deseo que se esté pudriendo en el Infierno-afirmó Cynthia con voz dura-No hemos sabido protegerte, Daphne. Le hemos fallado a tu padre. Y te hemos fallado a ti.
-No pasa nada-le aseguró su sobrina-Nadie vio cómo era Tony realmente. Yo misma me puse una venda en los ojos para no ver la realidad. Sólo quería estar con él.
                       Henry y Cynthia se vieron obligados a dejarla partir.
                              La abrazaron con cariño.
-Vuelve cuando sientas que todos tus demonios han quedado atrás-le pidió Cynthia con dulzura-Siempre serás una hija más para nosotros.
                            A pesar de sus reservas, Lauren acabó ayudando a Martha y a Phoebe en su labor como modistas. Mistress Woolf lo único que pedía era estar tranquila y, por lo visto, tanto su nuera como sus hijas ganaban dinero. Se les daba bien coser y las mujeres de la isla eran de gustos sencillos.
-Es mejor esto que morirnos de hambre-afirmó en una ocasión Phoebe mientras cosían.
                          Las lágrimas caían sin control por las mejillas de Lauren, quien estaba haciendo el dobladillo a una falda. Esto no puede estar pasándome a mí, se decía una y otra vez.
-Nunca volveremos a disponer de la riqueza que tuvimos una vez-recordó Phoebe.
-Entonces, éramos felices-se lamentó Lauren.
-Estamos saliendo adelante y Charles nos está ayudando mucho. Para mí, eso es lo único que me importa.

                               Al mes de casarse, Martha plantó unos cuantos rosales en el jardín.
-¿Crees que las rosas darán su fruto algún día?-le preguntó Charles, cuando se acercó a ella en el jardín.
                               Martha se echó a reír. Quería ayudar a su marido en la reparación de la casa.
                              Ya estaba adecentada por dentro.
-Veremos montones de flores en este jardín-respondió Martha-Yo misma me encargaré de cuidarlas. Las regaré todos los días. Les arrancaré las malas hierbas.
                             Charles pensó en su hermano Anthony. ¿Había sido él también una mala hierba?
                              Lauren no paraba de llorar. Phoebe se había resignado a su suerte. Y mistress Woolf se lamentaba por todo lo que había pasado.
-Sólo espero que la dicha nos llegue un día a todos-afirmó Charles.
                             Y besó con pasión la boca de Martha.

2 comentarios:

  1. Uy adore esta historia te mando un beso

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    Respuestas
    1. ¡Todavía le queda el epílogo!
      Entonces, sí, habrá terminado.
      Pero me alegro muchísimo que te haya gustado.
      Un fuerte abrazo, Citu.

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