sábado, 5 de julio de 2014

LOS BESOS QUE NOS DIMOS

Hola a todos.
En este fragmento que he podido escribir, aunque se trata de un fragmento muy pequeño, Faith visita la tumba donde yace Philip.
Domenica la acompaña y habla con ella.

                                Una lágrima rodó por la mejilla de Faith.
                                Era la primera vez que se decidía a visitar la tumba de Philip.
                                Llevaba un ramo de flores que depositó sobre la lápida. Le habían enterrado lejos del panteón familiar de los Carsington. Pero también le habían enterrado lejos del panteón familiar de su abuelo materno.
                                Los veintinueve años de vida de Philip quedaban resumidos en las frases que aparecían en la lápida de mármol.

                                 PHILIP CARSINGTON
                                 1810-1839
                                  AMADO HIJO DE CHARLOTTE.
                                 AMADO ESPOSO DE FAITH.
                         
                                Un sollozo se escapó de la garganta de Faith.
-No llores-le susurró Domenica a su lado-No se lo he contado nunca a nadie. Pero entiendo lo que sientes.
-Tu marido está vivo-le recordó Faith.
-Conoces muy bien a mi marido. Y me conoces a mí también. Nunca he querido a mi marido y nunca lo querré. Sé lo que es perder al hombre que una ama.
-¿Qué quieres decir?
-Nunca se lo conté a nadie. Es mi secreto. No quiero que se lo cuentes a nadie, por favor.
                          Domenica se sentó en la lápida de al lado de la tumba de Philip. Faith tuvo la impresión de que su amiga era más mayor que ella. Los ojos de Domenica se llenaron de lágrimas.
                          La joven empezó a hablar. Contó cómo sus vecinos decidieron adoptar a un pequeño golfillo que vivía en el pueblo. Ya tenían doce hijos. Pero no les importó acogerlos en su hogar.
                         Él se llamaba Adrian. Su madre adoptiva le salvó de un futuro funesto. Era una mujer bondadosa. Se preocupaba por el prójimo. Todo el mundo la adoraba en el pueblo.
                        Domenica y Adrian crecieron juntos. Al llegar a la adolescencia, pasó algo maravilloso entre ellos.
                        El pasado de Adrian no le preocupaba mucho a Domenica. La chica estaba convencida de que se iban a casar.
                        Fue el primer hombre al que besó. Se veían a escondidas y, gracias a Adrian, Domenica aprendió a besar. Se besaron muchas veces.
-Y hubo más-se sinceró la joven.
                         Estuvieron juntos una vez. Una sola vez...
                         Fue una noche repleta de abrazos. De besos...De caricias...
                        Días después, un accidente practicando esgrima acabó con la vida de Adrian. Domenica no supo nunca qué pasó exactamente. Sólo recordaba ver el cuerpo sin vida del hombre que amaba. Y sintió que todo se acababa para ella.
                        A los pocos días, le sobrevino una menstruación abundante a Domenica. O eso fue lo que pensaron sus padres. Domenica estaba convencida de que había sufrido un aborto. Había perdido el hijo que podía haberle dado a su amado Adrian después de muerto. No podía parar de llorar. Sus padres no supieron nunca lo que le había pasado.
                       Entonces, se vio obligada a casarse. Nunca estuvo enamorada de su marido. Pero trató de amarle. De ser una buena esposa. No sintió nada cuando yació entre sus brazos en su noche de bodas.
-Nunca me lo habías contado-se asombró Faith.
                       Se dio cuenta de que Domenica, mientras hablaba, había empezado a llorar.
-Puedes vivir con esa pérdida-afirmó la joven-Pero nunca se supera.
-¿Y tú qué hiciste para vivir sabiendo que el hombre que amabas estaba muerto?-le preguntó Faith.
-Me costó mucho trabajo seguir adelante. De algún modo, siento que Adrian no se ha ido. Su espíritu me acompaña en todo momento. Incluso, ahora, mientras hablo contigo, siento a Adrian a mi lado.
-Yo también siento a mi querido Pip conmigo. ¡Pero no puedo verle!
-Es verdad. No puedes verle. No va a volver. Los muertos no regresan a la vida. Pero sí están con nosotros. Sus espíritus nos acompañan. Nos protegen. No nos sentimos solos cuando pensamos en ellos. Es como una forma de invocarles. Pip se ha ido. Su cuerpo está muerto. Pero pervive el amor que te profesó y que aún te profesa. Su espíritu está vivo, Faith. Y siempre estará contigo.



                        Faith tocó con la mano la lápida de Philip.
                        De algún modo, tuvo la sensación de que estaba allí. De que podía ver su rostro amado.

1 comentario:

  1. Pobre Faith y es cierto los seres que nos han dejado están a nuestro lado en nuestro corazón Me gusto mucho ese capítulo te mando un beso y te deseo un buen fin de semana

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